Como hemos visto anteriormente, una de las partes “vitales” y constitutivas del motor es el bloque, tomando una forma hueca sobre la cual se apoyan las camisas, que actúan como un receptáculo y una cámara.
En el caso de las camisas húmedas, estamos hallando un sistema de refrigeración por agua, donde actúan como una perfecta cámara refrigerante.
Estas se encuentran perfectamente cerradas gracias a un anillo de caucho colocado tanto en su parte superior como inferior, pudiendo montarse facilmente de esta manera en el bloque, sin recurrir a presión excesiva.
En cambio, en las camisas secas, no se utiliza el espacio o receptáculo de líquido refrigerante, sino que éstas van directamente conectadas con otros cilindros con paredes más finas, y por ende, de dimensiones más escasas.
A diferencia de las anteriores, sí requieren ser montadas a presión, al igual que los cilindros que se alojan en ella.
La ventaja que ésta ofrece, debido a su montaje y a su conformación, es su fácil reemplazo cuando comienzan a ser defectuosas, a pesar de no brindar una favorable refrigeración al motor y su sistema.
Actualmente existen camisas de una aleaciones más livianas, lo que permite una disminución considerable en el peso total del motor, además de un fácil reemplazo en su eventual daño.
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